Hace 20 años una imagen representó, como muy pocas han conseguido hacerlo, la libertad frente a la opresión. Un joven clavado en el asfalto veía cómo unos tanques amenazaban con devorarlo. Una cámara de fotos observaba impertérrita la estampa desde lo alto. La columna de carros se acercaba cada vez más a la víctima, segura víctima, anónima víctima. Hace poco se conoció la historia de aquel chico que se había clavado delante de los tanques, parece ser que sigue vivo, pero es mejor que su nombre no se sepa, no es fácil desafiar al opresor y salir indemne, mejor no aparecer. Las represalias existen.
Esto lo sabe el héroe anónimo, del mismo modo que lo sabía Zhao Ziyang, una de las cabezas pensantes del PCCh en aquella época. Ese conocimiento de cómo funciona el sistema le dio a Ziyang la cautela suficiente como para publicar sus memorias una vez muerto. En ellas relata como se gestó la salida de aquellos tanques y, también, como no fue escuchado.
Estos días los censores chinos tienen trabajo extra. Cada vez que escuchen la palabra Tiananmen deberán fundir en negro las pantallas, cerrar el grifo de la tinta de los periódicos o ahogar las voces que aparezcan en las radios. Tiananmen no existe, al menos no para China, por eso sólo se recordará en occidente, habrá ligeras peticiones de cambio en el gigante y se soñará, una vez más, con que los chinos puedan conocer lo que pasó en aquel junio de 1989, quiénes murieron, por qué luchaban, cuáles fueron las motivaciones del gobierno para aplastar las voces discordantes. Pero eso sólo llegará cuando hayan comprendido que levantar la voz ante el poder no es un delito, sino un derecho que acaricia el límite del deber, que su gobierno calló aquella revueltas como no comento, al menos no en alto, cuales fueron las consecuencias del Gran Salto Adelante o de la Revolución Cultural. La sociedad china hoy tiene una riqueza creciente (cuestión matizable, pero en cualquier caso, las cifras hoy son mejores que hace veinte años) lo cual es una buena síntesis de aquel adagio que dice que hay personas (o países) tan pobres que sólo tienen dinero.
Si alguno le ha echado un vistazo al periódico habrá encontrado en que hoy han empezado las vistas del juicio contra cinco prebostes de los Jémeres Rojos, ese régimen que asoló Camboya durante los años setenta. Entrar en el tema de las cifras lleva a la locura. 2.000.000 de personas en cuatro años. Gracias a dios los vietnamitas invadieron Kampuchea en ese momento. Saloth Sar, conocido como Pol Pot, fue el líder de aquel movimiento que pretendió refundar el país con la sangre y el odio como génesis. Es el régimen que condenó la vida urbana y que creo centros de tortura tan importantes como Luol Sleng, un lugar en el que entraron cerca de 20.000 presos y salieron 9 vivos.
David Jiménez, de El Mundo, ha hablado con uno de esos torturadores que, por supuesto, no pasará por el juicio que se ha resumido en cinco acusados. Khieu Ches, que así se llama el antiguo carcelero, comenta que "otros guardias habían sido asesinados por no obedecer" y se pregunta, como tantos otros, "¿qué podía hacer él?" Khieu no duda en erigirse como víctima, ya que al volver a su tierra se dio cuenta de que habían asesinado a su familia. Casi todas las familias camboyanas tuvieron muchos muertos. La frase "obedecía órdenes" es casi un mantra en las declaraciones de todos los que tuvieron algo que ver con los jémeres rojos. Hay 10.000 confesiones sobre los actos cometidos en lugares como Luol Sleng, pero sólo uno de ellos admite la muerte premeditada de una persona. Parece como si la muerte corriese a cargo de una maquinaria evidente pero invisible que todos conocían pero de la que nadie sabía nada.
El estado de enajenación al que llegó el régimen camboyano fue tal que una persona podía ser acusada de deslealtad (con la consiguiente muerte) por tener estudios universitarios, saber idiomas, haber tenido algun cargo administrativo en momentos previos de la historia camboyana o incluso por no tener cayos en las manos.
Uno de los nueve -nueve, sólo nueve- supervivientes de Luol Sleng, es Vann Nath. Alguien se dio cuenta de que era pintor y que, por lo tanto, podría ser útil para hacer retratos del hermano número 1 -Pot-. Nath recuerda a Ches, ese carcelero que jamás será juzgado. No hacía la tortura de manera automatizada, como se supone que se cumplen las órdenes, el disfrutaba arrancando las uñas con tenazas y utilizando la silla eléctrica. Vann dice haber pasado los últimos treinta años agachando la cabeza y cruzandose con verdugos por la calle. Hoy podrá tener una muesca de alegría, seis de los líderes de todo aquello pasarán por delante de un tribunal. Probablemente morirán antes de ser condenados, como el mismo Pol Pot, que falleció en 1998 de un paro cardíaco.
Si hoy se juntasen Obama y McCain solos en una sala comenzarían hablar de sus disensiones, que es lo que más les gusta, porque siempre que se habla de los temas en los que hay acuerdo con un rival se tiene la sensación de que se está dando la razón al contrario. Al final comentarían cosas de su campaña, que les ha interesado mucho más que el país durante los últimos meses. No se les puede culpar de ello, los mitines, debates, carteles y anuncios eran lo tangible, la política sólo el horizonte. Con ello terminarían comentando como fue aquella noche en la que escogieron vicepresidente y fue de noche porque es a la luz de la luna en la que se toman las decisiones importantes.
Ambos dos demostraron en aquella elección, la más importante en su carrera a la presidencia, que no esperaban la situación que posteriormente ocurrió. Ellos planteaban la cuestión de manera muy diferente a lo que finalmente ha pasado y por eso en aquel momento les pareció brillante su idea, también es cierto que las ideas propias siempre parecen afortunadas. Obama planteaba su inexperiencia como talón de aquiles, sigue pareciendo un querubín en una política en la que no importan mucho las canas. Planteó sus posibilidades y observó que se iba a hablar mucho de la amenaza exterior, de los pérfidos islamistas y los cañones rusos, de la superpotencia china y de un montón de temas en los que se encontraba en arenas movedizas. Necesitaba un barón del partido, alguien con muchos tiros en la carrera y al que siempre le hubiesen importado más las cuestiones externas que el etanol en Iowa o las acererías de Pennsilvania. Ese hombre fue Joe Biden que, además, calzaba canas nuevas tras un injerto.
McCain, por el contrario, veía en si mismo algunas de las características que Bush había explotado cuatro años antes. Militar del ala dura, fuerte en política exterior nadie le presentaría como un blando para relacionarse con sirios, iranís o demás ralea. Le quedaba para completar la ecuación ganadora la necesidad de contentar a su enemigo, un tradicional aliado del presidente saliente, la parte más conservadoras del partido republicano. McCain no los aguanta, sus divorcios no le ayudaban y no siempre estuvo clara su postura contra el aborto, más parecía que no le importaba el tema, algo que no podían aguantar muchos reverendos deseosos de quitarle el apoyo y reivindicar su fuerza. Entonces apareció Palin. Se necesitaba un golpe de efecto, para contrarestar lo exótico del rival (no deja de ser un negro en un campo de blancos) así que escogió una mujer por ver si en ese lado podía rascar algo. No una cualquiera, ella es la encarnación de los valores conservadores, antiabortista, contraria al control de armas, de la eutanasia ni hablar, todo por y para la familia. Su discurso cuadraba a la perfección con la idea utópica de mujer que puede tener la base religiosa del GOP.
Hoy, los dos se saben equivocados. Biden no resta, pero tampoco suma. Su presencia en campaña se ha visto reducida a un par de comentarios desafortunados que tampoco han tenido mucha trascendencia en las encuestas. Tenía alternativas preciosas que hubiesen apuntalado su candidatura. La más probable es Tim Kaine. Nadie esperaba que Virgina fuese a ser un estado competitivo, pero parece que si lo es. En Estados Unidos no es un territorio normal, es el primigenio, un pequeño espejo de la historia, el territorio de los antepasados. Si un demócrata gana Virginia, algo que no pasa desde 1964, sería el emblema del cambio tantas veces reclamado. Algunos analistas afirman que si Obama gana allí será por los votantes que haya llevado a las urnas el gobernador, si ese hombre hubiese sido candidato a vicepresidente las dudas sobre ello hubiesen sido menores en ese estado y la moral demócrata estaría por las nubes. Una ventaja más, es un estado del este, cuando salga su resultado en el oeste seguirán votando. Biden no está mal pero, al final, se ha hablado mucho menos de Ahmadineyad que de Lehman Brothers, un hombre como Kaine podría haber asegurado un territorio que más parece una bandera que un pedazo de tierra.
Si Obama puede repensarse su elección y ver que se equivocó McCain debe tenerlo claro. Palin y él no sintonizan porque no se parecen, las bases siguen donde estaban pero no parecen suficientes, como tampoco es seguro que esos votos se hubiesen escapado sin ellas en el banco. McCain sucumbe poco a poco por su poca pericia económica y, para paliar aquello, tenía el hombre perfecto. Mitt Romney fue su rival, pero no se llevaban mal del todo, el de Massachusets intentó todo lo intentabl para cortejar a McCain y terminar en el ticket electoral, pero al final quedó fuera. Romney es conocido por la economía, por haber salvado a los Juegos de Salt Lake City y ser un exitoso empresario, el hombre perfecto para los últimos meses, esos días en los que McCain parece haber caído en desgracia. A cambio le toca aguantar a Palin, que parece más pensando en 2012 que en esta noche. McCain hoy odia aquella noche.
Habla la Unión Europea de Rusia. No lo tienen claro. Dice Francia que sí, que se han ido de OSetia, que son buenos y hasta proponen aceptarles como miembros. Viniendo eso de Napoleón hay que hacer dobles lecturas. Los ingleses no lo tienen claro, Solana sí. Desde las islas se dice que los rusos se han ido, pero no lo suficiente, el español afirma que los soldados de Putin están plácidamente en sus hogares disfrutando de la familia y los amigos.
De todos estos el más curioso, como casi siempre, es Lech Kaczynski, el presidente polaco. PArece ser que su primer ministro no quería que fuese a Bruselas e hizo lo posible para que no apareciese. Sobra decir que hace tiempo que el primer ministro dejó de ser primer ministro, ya que entre hermanos estas cosas no pasan. El caso es que Lech ha ido a Bruselas en contra de la opinión de su primer ministro. Ha llegado de ilegal, sin acreditación y en vuelo regular, para que su colega no se diese cuenta. Que bien funcionan las instituciones en Polonia y como envidio su comunicación interna. No son pocos los que imaginan ya a que iba Kaczynski. No quiere ver a los rusos ni en cromo, cualquier negociación con ellos será bloqueada por Polonia y espera que nadie le contradiga. Hoy pocos tienen dudas del gran salto adelante que dio Europa al aceptar a Polonia y sus políticos de nivel.
El mundo está en crisis, parece innegable. Las calles tienen menos coches, los mercados se desploman una vez a la semana, los bancos, que antes parecían las empresas más sólidas concebibles, hoy son azucarillos entrando en contacto con el agua. Hay un modo más certero aún de darse cuenta de lo que está pasando: las noticias. No es sólo una cuestión de confianza en los medios, ni que haya cambiado el tono de las noticias ya que, al fin y al cabo, un telediario siempre es catastrofista. Lo que ha cambiado es la temática. Donde antes estaban Mariluz y Madelaine hoy hay banquero agobiados, lo que previamente era el cambio climático ahora se ve relegado a algún breve en secciones recónditas de los periódicos. A los que antes preocupaban los secuestros express y los albanokosovares que roban chalets hoy se preocupan banqueros depresivos y cifras de paro exorbitantes. Parece que la rutina de pesares ha girado 180º y ahora toca preocuparse por la economía, que parece que sigue afectando más que las noticias veraniegas para levantar el pánico.
Sin embargo, no todo va tan mal. Hoy El País reseñaba en una doble página el crecimiento de África en lso últimos tiempos, las crecientes dmocracias, las esperanzas renovadas. La crisis no existe cuando los niveles son tan bajos, sólo se da tras periodos de bonanza y tienen todas otro factor omun: pasan. Curiosamente el rotativo madrileño no proponía el tema africano en Internacional, la sección elegida para la pieza era la apertura de Vida & Artes, una sección conceptual creada para renovar todo sin cambiar nada que es, por supuesto, el tipo de renovación más cómodo.
A pesar del notable caso africano estamos bastante mal. En Estados Unidos caen empresas como si no costase. No sólo son los bancos hipotecarios que se han dedicado a regalar algo tan pesado como una hipoteca, también empresas del calado de General Electric, la empresa industrial más grande del mundo, han tenido problemas de subsistencia. Y un catarro en Estados Unidos es una pulmonía en Europa, así que tengo suponer que nos queda mucho por ver.
Y ha llegado todo en un momento crucial de la campaña estadounidense. Barack Obama es un tipo de suerte, nacido con estrella, sus elecciones han despejado tras las noticias de las últimas semanas, en Estados Unidos se cree que los demócratas tienen más posbilidades de sacar del embrollo este tema que las políticas neoconservadoras del GOP. Es decir en EEUU, como en tantos otros sitios, confían en el gobierno cuando las cosas empiezan a ir mal. Obama, que es un tipo de suerte, ahora tendrá que aguantar los mismos ataques que sufrió McCain de Bush (y de Karl Rove, especialmente de Karl Rove) pero es probable que por el camino se lleve una victoria y un enorme problema que resolver. Son las cosas de su tiempo, las que le tocará atajar.
Os dejo la mejor explicación que he visto de la crisis financiera mundial. En esto tampoco soy original, ya campea por la mayoría de blogs del mundo, pero no por eso pierde ni un ápice de su realidad ni de su gracia.
http://www.dailymotion.com/video/x684wa_the-last-laugh-george-parr-subprime_fun
Lleva meses haciendo lo mismo, es un ungido. Un candidato escogido no tanto por sus cualidades como por su esperanza, no por sus votantes sino por ser un candidato inevitable. Barack Obama ha sido el genio político que mejor ha jugado con la inercia. “No podéis hacer otra cosa, me tenéis a mi”, parecen decir sus discursos. Es un mesías de la modernidad, un hombre con un pasado que le aleja de esa singularidad que tanto proclama. Cuentan las personas que hacían trabajo para la comunidad junto a él que su fuerza oratoria era mayor que su labor allí y que su leyenda se ve más en sus libros que en un estudio de campo. No es que no les guste, es que les parece exagerado. Todo en él es excesivo, si fuese un cómico seria una especie de Jim Carrey plagado de muecas. Como político es un parlanchín que cuaja sus discursos con preciosos silencios. Tu no puedes decir la palabra esperanza rodeada de otras porque ese medio no deja a los demás que tengan ese escalofrío que producen las promesas de la gloria.
Es evidente la capacidad del candidato de prometer la gloria y parecer creíble, la gente sueña sólo con sus discursos, su figura parece indicar que él es diferente a todo lo que antes hemos visto y que, su mercancía, recuerda todo lo que añoramos del pasado. Su visita a Berlín es la aceptación de un símbolo en alguien que trabaja desde el simbolismo. Obama puede ser el primer presidente negro y ya es el primer candidato de esa raza a la presidencia americana. Está abriendo un camino y quiere remontarse a otros grandes hacedores de nuevas sendas. Lo hace con Kennedy, sin duda, y Berlin les une, pero también deja que le relacionen con Reagan, el gran gurú republicano, su propio dios político. Obama no quiere ser Reagan pero si tener su simbología y él también estuvo en Berlín.
Berlín, además de ser una ciudad maravillosa, es una ciudad totémica. Mejor dicho, era una ciudad totémica. Cuando los líderes americanos hablaban allí lo hacían a las espaldas de todo lo que querían evitar. Era una exhortación al pueblo para que este se diese en cuenta que su mundo podía desentrañarse entre buenos y malos y que estos últimos vivían detrás de un muro. Hoy ya no es nada de eso. La capital alemana es la ciudad que más ha progresado en los últimos años, sus parques son los más limpios, sus edificios los más modernos y sus gentes las más cosmopolitas. A pesar de eso Obama quiere recordar allí y no en otro lugar la importancia de abrir nueva sendas. De algún modo tanto el candidato como la ciudad son un símbolo en si mismo de las cosas buenas del último tercio del siglo XX. Ambos son el emblema de reconciliaciones a gran escala. Obama es hijo de los derechos civiles, de mucha gente pensando en el de al lado de un proceso evolutivo no terminado pero sin duda agradable y que con él llega a una e sus culminaciones. Berlín, por su parte, es la muestra de la reunión de las dos alemanias. El capitalismo venció, allí no hubo igualdad, pero si reconciliación, dos hermanos que habían pasado medio siglos mirándose con ojos desconfiados consiguieron dar un paso, tirar un muro y tomar una cerveza una noche. Una noche eterna que llevó a una hermandad definitiva y real. Hoy Alemania está unida y Berlín es el emblema de ese cambio
Intentar ligarse con todo lo bondadoso del último siglo es loable pero un poco falaz. Obama es consecuencia pero no detonador del proceso y sus discursos en Alemania no han ayudado a dar un paso más en una reconciliación general. Son actos de publicidad, mercadotecnia política rebozada de sonrisas. Obama tiene una gran cantidad de virtudes y un programa político amable que no está utilizando pero es bastante agraciado, quizá es el momento de darle un poco la espalda a la imagen y empezar a hablar de las cosas que importan. Si no lo hace pronto alguien puede preguntarle, como hicieron antes con otros candidatos de palabras biensonantes pero de poco contenido, ¿dónde está la carne?
Susan Rice, Anthony Lake, Gregory Craig, Richard Danzig, Denis McDonough Mark W. Lippert, Jeffrey Badre, Bruce Riedel, Philip Gordon, Dennis Ross, Michael McFaul Ivo Deadler.... así hasta 200 nombres más. Es el séquito de Obama para parecerun halcón en terminos exteriores. No es fácil ser político en Estados Unidos. Se exige carisma, se pide cordura, conocimiento, se aplaude la oratoria y la capacidad de siempre dar un paso adelante, es mucho más difícil que dedicarse a la vida pública en cualquier otro lugar del mundo.
Los focos ciegan a cualquiera, nos hacen parecer patosos y descuidados, encuentran los defectos en cada palabra que decimos. Mucho más si uno aspira a ser el "emperador", el hombre sobre el que estarán puestas las miradas durante los cuatro años siguientes, alguien que tendrá que aguantar la crítica y un escrutinio diario y sistemático de su labor. Si cualquier hombre, por inteligente que sea, necesita asesoramiento el presidente de los Estados Unidos (y los candidatos) más aún.
Es por eso que Obama ha decidido tener un séquito de 200 personas a su alrededor que controlen cada milimetro del mapa-mundi. Especialistas en África, en Asia, en Europa, en energía nuclear, en todo lo que pueda salir durante la campaña. son ellos los que susurran en el oido la posible respuesta certera para que el candidato salga del paso. En el caso de Obama, además, hay una razón casi estética. La gente piensa que su contacto con el exterior es limitado, no es, ni mucho menos y por mucho que diga Joe Biden, un especialista en cuestiones exteriores y eso lo contraresta con un equipo bien preparado para guardarle las espaldas ante posibles traspiés. Todas las mañanas recibe un pequeño informe con lo que está pasando en el undo. Más que un relato de lo acontecido tiene delante un buen menú de posibles preguntas aderezadas, como no, con las respuestas correctas. La política en Estados Unidos es algo muy profesionalizado, aunque McCain mire algunas empresarias para acompañarle en el posible ticket republicano, o aunque Romney sea mucho más un hombre de negocios que un gobernador.
Tiene muchos retos por delante Obama, es posible incluso que en noviembre no tenga éxito pero su campaña ya ha conseguido pasar a la historia por su profesionalización. Los seguidores del senador por Illinois han sido cartesianos con el mapa, han conseguido ganar todos los caucus donde cuenta más como sepas afrontarlos que las ideas o el proyecto, su recaudación es alo que no recuerda nadie, es una máquina de hacer dinero a golpe de sonrisas un profesional de la política que se enfrenta ante su última gran oportunidad ocn más juventud de lo esperado. Cuado entras en la nominación sabes que, para bie o para mal, esa suele ser la última parada.
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