Vaticinio rápido, el gobierno de Berlusconi durará poco. El primer argumento es rotundo, estamos hablando de Italia, un país que cambia de ejecutivo un par de veces al año para no acusar los años. Es difícil pensar en una legislatura completa de un gobierno italiano, de hecho es probable que nadie en el país sepa cuanto dura, total sólo Berlusconi ha llegado una vez a agotar el tiempo marcado por ley.

Más allá de eso y para valorar la posible falta de éxito del nuevo gobierno Berlusconi, está la figura de Umberto Bossi. No es extraño en la política italiana que salgan cuatro o cinco políticos excéntricos. Más excéntricos, digo, porque el resto son italianos que por naturaleza son gente que gesticula bastante y dramatiza la vida de un modo peculiar. El caso es que algunos se pasan de rosca. Es el caso de Clemente Mastella, un líder casi familiar de la UDEUR (una de tantas formaciones sin oficio ni beneficio del sur de Italia) capaz de desequilibrar el último gobierno Prodi. Y este era normal, estaba Luxuria, un travesti de Foggia del partido refundación comunista que formó gobierno con el católico Romano Prodi.
No deja de tener lógica que aquel gobierno se fuese a pique, Luxuria y Mastella en temas sociales sólo podrían dirimir sus diferencias entre las doce cuerdas de un ring de boxeo. Y con Romano más cercano a don Clemente que a Luxuria.
O Alessandra Mussolini. Merecería capítulo aparte la señorita, así en principio como familia es sobrina de Sofía Loren. Y nieta de Mussolini, como ya habíais supuesto. La chica cogió algo de cada uno de sus famosos antecedentes, del abuelo el fascismo, de Sofía Loren la teatralidad. La Mussolini, que tenía su público, se dedicaba a salir en los carteles del Movimiento Social Italiano (su partido) vestida sólo con fusiles de asalto. También era conocida por varias portadas del Playboy. La política tampoco le fue mal, debo decir, aunque siempre terminaba cabreada con Gianfranco Finni (un posfascista con grandes dotes demagógicas y presencia estable en los gobiernos conservadores).

Presentados algunos de los principales "frikis" de los últimos años de la política italiana pasaré ahora a glosar al que ha inspirado la entrada del post, el nuevo amiguito de Berlusconi (otro al que es difícil ganar en excentricidad, sólo hay que ver sus ministros), Umberto Bossi.

Bossi es el líder de la Liga Norte, un partido secesionista de una tal Padania. Por más que os empeñéis no vais a encontrar pocas referencias a la historia de la Padania porque, hasta donde yo sé, la Padania empieza en Bossi. Es decir es un nacionalismo sin carga histórica, aunque evidentemente ya han aparecido dioses del río Po y mitologías sospechosas. Es curioso, para empezar, que un partido cuyo origen es directamente falso tenga éxito. Pero en Italia y en política todo es posible. Así que no sólo se presentan y son valorados sino que, además, ganan mucho, han supuesto la mayor subida electoral en las últimas elecciones y han conseguido hacer prisionero a Il Cavaliere. Cuatro ministerios, entre ellos el del interior. Unos secesionistas encargados de la política interior. De hecho Bossi ha preferido quedarse esta vez como ministro sin cartera, su nuevo acometido cambiar el sistema electoral.
Bossi empezó siendo comunista, luego se pasó a la derecha. Bossi ha pasado por la cárcel (aunque bueno, eso tampoco es tan inusual en Italia). Bossi es profundamente xenófobo. Bossi ha llamado a un hijo Libertad y al otro Eridano, que es algo así como un dios del río Po. Aunque parezca increible es antifascista. Debe ser que apelan al mismo público. Dice que en su día fueron ellos los que les expulsaron y colgaron a Mussolini y que lo volverían a hacer. No sé que dice a esto Alexandra. Bossi es uno de los nuevos capos (aunque este del norte, no como los tradicionales capos del sur) de la política italiana.

Italia, este año tiene elecciones. Si fuese en cualquier otro país de Europa hablaríamos de la importancia de los comicios, haríamos resumen de lo que vino antes y comentaríamos como serán los próximos cuatro años. Pero en Italia no puede ser así. Quien más quien menos apuesta que el próximo gobierno durará poco a no ser que cambien, de una vez por todas, esa tendencia a la fragmentación. La política transalpina está repleta de Clementes Mastellas, líderes locales casi caciquiles que son capaces de condicionar la vida política de un país entero con sólo un puñado de votos.
Todo en la política italiana es bastante surealistas. En las últimas estuve por allí poco antes y eran tremendo los anuncios que explicaban como se debía ejercer el derecho al voto (que era bastante difícil, dicho sea de paso), es un país en el que las calles siguen completamente empapeladas de carteles, como la España de los primeros ochenta, los carteles electorales son dignos de ver, parecen salidos de películas de Almodovar. La política italiana es lo contrario a la modernidad. De hecho se susurra por lo bajo cuando se habla de Veltroni, el candidato de izquierdas, por su bisoñez y juventud. Curioso en un hombre de 52 años, normal en un país donde lo que impera es la gerontocracia.