No tengo nada a favor de la vida castrense. Por edad ni hice la mili, no creo haber perdido nada, no tengo especial cariño a un colectivo que, como si de la Iglesia Católica se tratase, siempre llega tarde a la modernidad. Llega, sí, pero tarde y después de haber dado un tiempo la barrila. Soy partidario de reducir en la medida de lo posible el presupuesto militar y de dejar de comprar lujosos aparatitos con el dinero de los contribuyentes. Vamos, que no tengo nada a favor de la vida castrense.

Dicho esto, tampoco estoy de acuerdo con la tendencia de atribuirles el peso de todo lo malo que pasa en el mundo. Como ahora en Honduras. Sí, evidentemente los que entraron a punta de pistola en la casa de Zelaya eran militares que son, por otro lado, los que tienen las pistolas. Pero no, no es un golpe militar, es una asonada general, estatal en la que los militares sólo son un factor más. Es decir, que un tipo entrase en la residencia de Zelaya sólo fue posible porque antes los señores congresistas hondureños tenían previsto hacerle la cama al líder y también fue posible porque el Tribunal Supremo del país había decidido que el jefe de Estado se había convertido en una rémora que había que eliminar. Golpe de estado sí, militar no, estos sólo fueron unos más en un despropósito colectivo.

1 comentarios:

Jorge García Torrego dijo...

Cierto. No podemos caer en el error de adjudicar a los militares toda la responsabilidad porque el golpe se haya dado en Sudamérica, donde tantos militarcillos han profanado el poder.
Un saludo y buen verano!