¿Cómo es Irlanda?
Irlanda es un país curioso y complejo, algo que pasa en casi todos los lugares pero que es especialmente acuciado en el caso de la isla esmeralda, como la llaman sus pobladores. El país se ha visto afectado siempre por la división de la isla y los problemas religiosos. Si bien la República de Irlanda no se ha visto directamente afectada por el conflicto del Ulster su nombre siempre se ha asociado con lo sucedido con su vecina isleña.
El país ha sido uno de los que más ha cambiado en las últimas décadas. Ha pasado de ser un hervidero de problemas sociales a uno de los motores de Europa. En los últimos años ha pasado a la mayoría de países europeos convirtiéndose en el segundo país en renta per capita. Sus condiciones sociales son envidiables tanto es así que se ha convertido en uno de los lugares preferenciales de la inmigración.
Dos factores han sido fundamentales para llevar a cabo estas reformas. El primero es la política fiscal con la que cuenta el país, mucho más laxa que la de sus compañeros en la zona euro. Sus impuestos de valor añadido no superan el 14% cuando en el resto de Europa se encuentran, de media, cerca del 27%.
Otro de los motores de la transmutación irlandesa ha sido la ayuda europea. Son uno de los países que más ayudas han recibido de la Unión Europea. Se calcula que el país ha recibido desde su entrada en 1973 la mitad del dinero que ha recibido España desde su entrada en 1986. Una gran cantidad de dinero teniendo en cuenta primero que nuestro país es otro de los grandes beneficiarios del consorcio europeo y, sobre todo, que la población irlandesa es diez veces menos cuantiosa que la española.
El proceso de integración Europea
Europa como unión es un concepto creado en 1958. En principio se pensó en una unión aduanera para aprovechar mejor los recursos en u continente devastado por la guerra y temeroso de la posible influencia comunista que existía más allá del telón de acero. La integración comenzó y poco a poco fueron incorporándose países e ideas nuevas para hacer una vertebración más poderosa de la Unión Europeo. El proceso fue siempre guiado con mano de hierro y sumo cuidado para no crear descontento entre los estados, que han sido siempre los grandes protagonistas de la integración europea, muy por encima de las propias instituciones de la Unión y de los ciudadanos europeos.
Algunos países siempre destacaron por ser poco proclives a dar pasos hacia delante. Francia, por ejemplo, pasó muchos años vetando propuestas y aprovechándose de la política de sillas vacías para poder paralizar las labores de la comisión europea. Fue la antieuropea más reconocible hasta que llegó Reino Unido y se encargó de paralizar todo del mismo modo que los franceses lo hacían antes. Ahora parecen los garantes del europeísmo, pero no siempre fue así.
Desde siempre en Europa han existido corrientes escépticas con bastante peso en alguno de los países que han conseguido detener el proceso polítco de la Unión. Sólo en los tratados de Maastrich y Niza se consiguieron avances importantes y fue a costa de la unidad. Se decidió admitir una Europa de dos velocidades para que algunos miembros pudiesen llevar a cabo más rápido el proceso. Uno de los países que se negó en su momento a embarcarse en la aventura de la Unión Europea fue Irlanda, excepcionalmente parecida al Reino Unido en este tipo de cuestiones a pesar de sus fricciones históricas.
En los últimos años se ha intentado llevar a cabo un nuevo tratado. Ese tratado, denominado comúnmente “Constitución Europea” fue tumbado en referendo por Francia y Holanda. Posteriormente se ha intentado hacer una reducción del mismo en un tratado simplificado que, por otra parte, lo único que ha conseguido es complicar el ya de por si farragoso texto previo.
El caso actual
Hoy viernes Irlanda vuelve a votar. Es el único país que tendrá que rubricar con un referendo el tratado, el resto han hecho lo posible por evitarlo y lo han conseguido. Los irlandeses no lo consiguieron, el Tribunal Supremo del país ha obligado a la celebración de unos comicios. El 90% del arco parlamentario irlandés está a favor de la adopción del mismo tratado. Sólo el Sinn Feinn, partido nacionalista del Ulster, se opone a la propuesta. Sin embargo las encuestas dan un empate técnico con ciertas posibilidades de que se imponga el no con la consecuente paralización del proceso europeo… una vez más.
Los políticos europeos hablan de las posibilidades posteriores, no parece habar planes de huída. El fallo irlandés está, entre otras cosas, en una reciente crisis de gobierno. Ha salido del mismo Berti Arhen, un histórico de la política irlandesa con algunos casos de corrupción a sus espaldas y toneladas de carisma. El nuevo primer ministro tiene un porte como Gordon Brown en el Reino Unido, es una figura gris que siempre estuvo por detrás y al que las luces no ayudan a mejorar su imagen.
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