Lleva meses haciendo lo mismo, es un ungido. Un candidato escogido no tanto por sus cualidades como por su esperanza, no por sus votantes sino por ser un candidato inevitable. Barack Obama ha sido el genio político que mejor ha jugado con la inercia. “No podéis hacer otra cosa, me tenéis a mi”, parecen decir sus discursos. Es un mesías de la modernidad, un hombre con un pasado que le aleja de esa singularidad que tanto proclama. Cuentan las personas que hacían trabajo para la comunidad junto a él que su fuerza oratoria era mayor que su labor allí y que su leyenda se ve más en sus libros que en un estudio de campo. No es que no les guste, es que les parece exagerado. Todo en él es excesivo, si fuese un cómico seria una especie de Jim Carrey plagado de muecas. Como político es un parlanchín que cuaja sus discursos con preciosos silencios. Tu no puedes decir la palabra esperanza rodeada de otras porque ese medio no deja a los demás que tengan ese escalofrío que producen las promesas de la gloria.
Es evidente la capacidad del candidato de prometer la gloria y parecer creíble, la gente sueña sólo con sus discursos, su figura parece indicar que él es diferente a todo lo que antes hemos visto y que, su mercancía, recuerda todo lo que añoramos del pasado. Su visita a Berlín es la aceptación de un símbolo en alguien que trabaja desde el simbolismo. Obama puede ser el primer presidente negro y ya es el primer candidato de esa raza a la presidencia americana. Está abriendo un camino y quiere remontarse a otros grandes hacedores de nuevas sendas. Lo hace con Kennedy, sin duda, y Berlin les une, pero también deja que le relacionen con Reagan, el gran gurú republicano, su propio dios político. Obama no quiere ser Reagan pero si tener su simbología y él también estuvo en Berlín.
Berlín, además de ser una ciudad maravillosa, es una ciudad totémica. Mejor dicho, era una ciudad totémica. Cuando los líderes americanos hablaban allí lo hacían a las espaldas de todo lo que querían evitar. Era una exhortación al pueblo para que este se diese en cuenta que su mundo podía desentrañarse entre buenos y malos y que estos últimos vivían detrás de un muro. Hoy ya no es nada de eso. La capital alemana es la ciudad que más ha progresado en los últimos años, sus parques son los más limpios, sus edificios los más modernos y sus gentes las más cosmopolitas. A pesar de eso Obama quiere recordar allí y no en otro lugar la importancia de abrir nueva sendas. De algún modo tanto el candidato como la ciudad son un símbolo en si mismo de las cosas buenas del último tercio del siglo XX. Ambos son el emblema de reconciliaciones a gran escala. Obama es hijo de los derechos civiles, de mucha gente pensando en el de al lado de un proceso evolutivo no terminado pero sin duda agradable y que con él llega a una e sus culminaciones. Berlín, por su parte, es la muestra de la reunión de las dos alemanias. El capitalismo venció, allí no hubo igualdad, pero si reconciliación, dos hermanos que habían pasado medio siglos mirándose con ojos desconfiados consiguieron dar un paso, tirar un muro y tomar una cerveza una noche. Una noche eterna que llevó a una hermandad definitiva y real. Hoy Alemania está unida y Berlín es el emblema de ese cambio
Intentar ligarse con todo lo bondadoso del último siglo es loable pero un poco falaz. Obama es consecuencia pero no detonador del proceso y sus discursos en Alemania no han ayudado a dar un paso más en una reconciliación general. Son actos de publicidad, mercadotecnia política rebozada de sonrisas. Obama tiene una gran cantidad de virtudes y un programa político amable que no está utilizando pero es bastante agraciado, quizá es el momento de darle un poco la espalda a la imagen y empezar a hablar de las cosas que importan. Si no lo hace pronto alguien puede preguntarle, como hicieron antes con otros candidatos de palabras biensonantes pero de poco contenido, ¿dónde está la carne?
Susan Rice, Anthony Lake, Gregory Craig, Richard Danzig, Denis McDonough Mark W. Lippert, Jeffrey Badre, Bruce Riedel, Philip Gordon, Dennis Ross, Michael McFaul Ivo Deadler.... así hasta 200 nombres más. Es el séquito de Obama para parecerun halcón en terminos exteriores. No es fácil ser político en Estados Unidos. Se exige carisma, se pide cordura, conocimiento, se aplaude la oratoria y la capacidad de siempre dar un paso adelante, es mucho más difícil que dedicarse a la vida pública en cualquier otro lugar del mundo.
Los focos ciegan a cualquiera, nos hacen parecer patosos y descuidados, encuentran los defectos en cada palabra que decimos. Mucho más si uno aspira a ser el "emperador", el hombre sobre el que estarán puestas las miradas durante los cuatro años siguientes, alguien que tendrá que aguantar la crítica y un escrutinio diario y sistemático de su labor. Si cualquier hombre, por inteligente que sea, necesita asesoramiento el presidente de los Estados Unidos (y los candidatos) más aún.
Es por eso que Obama ha decidido tener un séquito de 200 personas a su alrededor que controlen cada milimetro del mapa-mundi. Especialistas en África, en Asia, en Europa, en energía nuclear, en todo lo que pueda salir durante la campaña. son ellos los que susurran en el oido la posible respuesta certera para que el candidato salga del paso. En el caso de Obama, además, hay una razón casi estética. La gente piensa que su contacto con el exterior es limitado, no es, ni mucho menos y por mucho que diga Joe Biden, un especialista en cuestiones exteriores y eso lo contraresta con un equipo bien preparado para guardarle las espaldas ante posibles traspiés. Todas las mañanas recibe un pequeño informe con lo que está pasando en el undo. Más que un relato de lo acontecido tiene delante un buen menú de posibles preguntas aderezadas, como no, con las respuestas correctas. La política en Estados Unidos es algo muy profesionalizado, aunque McCain mire algunas empresarias para acompañarle en el posible ticket republicano, o aunque Romney sea mucho más un hombre de negocios que un gobernador.
Tiene muchos retos por delante Obama, es posible incluso que en noviembre no tenga éxito pero su campaña ya ha conseguido pasar a la historia por su profesionalización. Los seguidores del senador por Illinois han sido cartesianos con el mapa, han conseguido ganar todos los caucus donde cuenta más como sepas afrontarlos que las ideas o el proyecto, su recaudación es alo que no recuerda nadie, es una máquina de hacer dinero a golpe de sonrisas un profesional de la política que se enfrenta ante su última gran oportunidad ocn más juventud de lo esperado. Cuado entras en la nominación sabes que, para bie o para mal, esa suele ser la última parada.
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